Allá por el año 1359 a.C., el faraón Akenatón mandó alrededor de 10.000 técnicos a una zona inhóspita para comenzar la construcción de una nueva ciudad.

El sitio elegido quedaba en Egipto Medio, entre Menfis y Tebas, en la orilla derecha del río Nilo. Se lo llamó Aketatón. Hoy tantos egipcios como turistas lo conocen como Tell El Amarna, o Amarna (a secas).

Con el paso del tiempo, la ciudad quedó destruida y asolada por completo.

La visita ofrece dos recorridos:

  • Conocer las tumbas, con un estilo similar a las de la XVIII dinastía en Lúxor, que excavaron los gobernantes antes de abandonar la ciudad (algunas nunca se llegaron a utilizar).
  • Explorar las ruinas de Aketatón: los restos de palacios y otras construcciones.

Enseguida hablaré de estos paseos. Primero me gustaría darte un breve resumen histórico para situarte en contexto.

Historia de Tell el Amarna

Amenofis IV (Akenatón) subió al trono en el 1364 a.C. Supo muy pronto que la creencia en Amón-Ra que seguían los sacerdotes no satisfacía sus más profundas convicciones.

Por eso se cambió el nombre de Amenofis IV por Akenatón: «El que agrada a Atón», el dios sol del Antiguo Egipto.

En el año 1359 a.C., insatisfecho con su vida en Tebas (la ciudad de Amón-Ra) y en medio de discrepancias con los sacerdotes de la ciudad, tomó una decisión drástica que marcó un giro en la historia del Imperio: mudar la capital.

Akenatón necesitaba adorar a Atón y nada más que Atón. Tras mucho buscar, encontró una llanura desértica donde levantó su ciudad soñada: Tell El Amarna.

Para la construcción de los palacios, templos y numerosas viviendas se emplearon doce años. La morada donde vivieron Akenatón y su esposa Nefertiti se llamó Hat-Atón, «La fortaleza de Atón».

La Calle Real de la ciudad se situó paralela al río. En la parte sur se alzaba el palacio real, Maruatón, al lado de un hermoso lago artificial.

En su primera época, la ciudad de Aketatón albergó un número considerable de personas. Llegaron artesanos, mercaderes y bajos funcionarios para usufructuar las tierras vírgenes de lo que sería Tell El Amarna.

Las tumbas más importantes de Amarna

Las tumbas, en términos generales, consisten en un patio exterior, dos salas con columnas y un nicho para la estatua.

Las pinturas tienden a resaltar los rayos solares de Atón, y esta simple característica deja ver la cosmogonía que hizo tambalear los cimientos del Imperio egipcio.

No se sabe cuántas tumbas fueron ocupadas por sus dueños, ya que muchos mandaron excavar nuevos túneles antes de marcharse de Tell El Amarna. Un ejemplo claro es el del emperador Ai (penúltimo faraón de la XVIII dinastía), que fue enterrado en el Valle de los Reyes.

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Principales tumbas del lado norte de Tell el Amarna

  • Tumba de Huya: fue el superintendente del harem real. En las paredes aparecen relieves donde se ve a la familia real en medio de un gran banquete.
  • Tumba de Meriere I: es una de las más grandes y más bellas de la zona. A la izquierda de la entrada está representado Akenatón conduciendo un carro en dirección a su palacio.

Principales tumbas del lado sur de Tell el Amarna

  • Tumba de Mahu: oficial de policía. Su tumba, bien conservada, ofrece relieves donde se muestra la vida cotidiana en aquella época.
  • Tumba de Aye: conocido como el padre divino; marido de la enfermera de la reina Nefertiti. La mayoría de las escenas representa acontecimientos vividos junto a la familia real.

Tumba de Akenatón

Hoy en día los indicios señalan que en Tell el Amarna nunca fueron enterrados el faraón ni su esposa Nefertiti.

La tumba de Akenatón es la más alejada de todas; se sitúa entre las dos zonas de tumbas. No es fácil llegar si no estás acompañado por un guía nativo.

Un corredor de 28 metros de largo y 3 metros de alto conduce a distintas cámaras sin terminar. Al fondo, una escalera lleva hasta la cámara funeraria, decorada con imágenes de la familia real. La tumba ofrece pocos pero excepcionales relieves, que son un buen ejemplo del arte amárnico.

Las ruinas de Tell el Amarna

En 1887, una campesina egipcia halló por casualidad, en lo que era la «Oficina de Archivos» de la ciudad, 320 tablillas de escritura cuneiforme concernientes a la correspondencia diplomática de los faraones con los reyes de Palestina, Siria, Mesopotamia y Asia Menor.

Otro de los grandes hallazgos ocurrió durante las excavaciones de la temporada 1912-1913, cuando un trabajador se acercó corriendo al cobertizo de las herramientas donde se encontraba el director de la misión, Ludwig Borchardt, para comunicarle un descubrimiento. Había encontrado una pieza en caliza que resultó ser el famosísimo busto de la reina Nefertiti. 

Después y por causas políticas, el busto fue sacado del país camuflado y ahora se halla en el museo de Berlín.

¿Qué es lo que queda en Tell el Amarna y vale la pena visitar?

El Gran Templo de Atón

Estaba situado en el centro de la ciudad. Tenía 275 metros por 800 metros de longitud.

Para llegar al santuario se pasaba primero por varios antepatios y pilonos. Estas construcciones no tenían techo y estaban orientadas hacia el este para que entraran los rayos del disco solar (Atón).

Gracias a que los cimientos fueron construidos con bloques de piedra traídos desde las canteras del Alto Egipto, fue posible inferir la estructura y reedificar el interior.

El Palacio de la reina Nefertiti

Desde el gran templo de Atón salía una calle que cruzaba hasta el palacio septentrional de la reina Nefertiti. En el centro de esta maravilla olvidada, se podía admirar un gran lago cuadrangular.

La parte septentrional se dividía en tres zonas:

  • Un patio sin techo.
  • Dos áreas en las que se alojaban los funcionarios.
  • Las habitaciones privadas de Nefertiti, cuyas paredes estaban decoradas con escenas de animales y plantas.

El conjunto arquitectónico de este palacio casi llegaba hasta la orilla del Nilo.

El Palacio de Maruatón

El faraón Akenatón poseía otro palacete a unos 3 km río arriba. Se piensa que corresponde a la actual aldea de El Hawata.

Se accedía a través de un gran pabellón de recepción. Una sala rodeada de columnas conducía directamente al salón del trono. Detrás, se extendía un lago artificial de 100 metros por 50 metros, rodeado de árboles.

La estela X de Akenatón

La estela señalaba el norte de la ciudad. En ella se narra la posesión de Akenatón del nuevo territorio y se menciona que nunca antes ha sido consagrado a ningún dios.     

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